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Misión española

El 10 de agosto de 1519, aunque sin sus capitanes, izaban velas y soltaban amarras cinco naves desde el bullicioso puerto de Sevilla, una de las capitales del mundo en el siglo XVI. A bordo de aquellas embarcaciones iban 239 hombres y al mando de la expedición iba el experimentado marino portugués, Fernando Magallanes. Tenían una misión: llegar a las islas de la especiería para dominar el mercado de las especias. Ni oro ni plata ni sal, sólo especias.

Y fue una misión española, únicamente española, porque aunque Magallanes, aunque portugués, juró fidelidad a Carlos I y fue contratado por este para la misión, española por los cuatros costados, pagada con los caudales de la corona española, pese a quien le pese.

Los portugueses, si algo hicieron fue el intento desesperado de frenar la misión pues veían peligrar el monopolio que tenían del mercado de especies. Alentado por su rey Manuel y teniendo como emisario al embajador portugués en Sevilla, intentaron parar la expedición a toda costa incluso, según cuenta, poniendo precio a la cabeza de Magallanes. Este se negó en rotundo y juró fidelidad al emperador español.

Hoy en Sevilla se han iniciado una serie de actos para rememorar tal gesta.

Aventuras y desgracias

Entrega de bandera ante la Virgen de la Victoria en la iglesia de Santa Ana en Sevilla el 2 de agosto de 1519. Y el día de la partida, así a la vuelta, escucharon misa en la capilla de Nuestra Sra. de la Antigua en la Catedral hispalense. Todo comenzaba el 10 de agosto de hace ahora 500 años. Las velas se izaron y partieron hacia la gloria.

Tras terminar de pertrechar las naos en el importante puerto de Sanlúcar de Barrameda a la desembocadura del Guadalquivir, tras las pertinentes instrucciones, preparativos y detalles, la expedición partió finalmente del puerto sanluqueño el 20 de septiembre de 1519 con el propósito de descubrir un paso hacia el mar del sur (El lago español) y dirigirse hacia las islas de la especiería.

Sin pretenderlo, sin saberlo, iniciaron la mayor aventura jamás contada e imaginada. Tempestades, motines, sublevaciones, hambre, escorbuto, el descubrimiento del famoso estrecho de Magallanes en el sur de América, la travesía del Océano Pacífico o Mar del Sur que descubriera Núñez de Balboa en Panamá o la llegada a las Islas Molucas. Gestas y hazañas que curtieron un imperio y que pusieron el nombre de España en los libros de historia.

Y los avatares del destino hicieron que el comandante de la misión muriera en una de las islas que desembarcaron. Un conflicto con los portugueses en los confines del mundo, una persecución encarnizada y una vuelta a España. Pero, ¿cómo hacerlo? Pocos hombres quedaban ya para volver y el futuro era incierto.

Elcano a escena

De pronto un joven Juan Sebastián Elcano, natural de Getaria, tomó el mando de la única nao disponible: La Victoria. Aventurando una vuelta, con la idea ya preconcebida y alejados de las patrullas portuguesas tomó el camino del oeste e inició lo que terminó siendo la gesta más grande jamás descrita. Desesperación y valentía empeñándolo todo a la suerte. Preferían morir en el intento que caer en manos portuguesas.

Con el barco repleto de clavo, esquivando los barcos lusos y las temibles tempestades en el cabo de Buena Esperanza, Elcano comandó La Victoria para llegar el 6 de septiembre de 1522 a Sanlúcar de Barrameda y completar la primera vuelta al mundo dada por el hombre. Ni más ni menos. ¿Quién da más?

Aquel 6 de septiembre de 1522, Elcano se apresuró a escribir una carta al emperador Carlos I. Consciente de su hazaña, del logro conseguido pues había dado la vuelta al mundo, lo dejó por escrito con estas palabras:

«Mas sabrá su Alta Majestad lo que en más avemos de estimar y temer es que hemos descubierto e redondeado toda la redondeza del mundo, yendo por el occidente e veniendo por el oriente»

Incluso se atrevió a pedir al Emperador, por todas la penurias pasadas por la tripulación, una serie de beneficio. Así lo manifestó en su misiva:

«Suplico e pido por merced a tu Alta Majestad por los muchos trabajos e sudores e hambre e sed e frío e calor que esta gente ha pasado en tu servicio, les hagas merced de la quarta parte e veintena de sus caxas e quintalada»

Con orgullo

Una hazaña mayúscula, enorme, que debe darse a conocer. Y todo los detalles de la misma nos han llegado gracias a Antonio Pigafetta, integrante de la expedición y que recogió todos los detalles de aquella increíble gesta de que el hombre fue testigo y partícipe: la primera circunnavegación de la tierra que fue conseguida gracias a Juan Sebastián Elcano, un español orgulloso de serlo. Ahora es el momento de leer, de zambullirse en la aventura y erradicar de una vez esa leyenda negra que tanto daño pretende acarrear.

Aventuras, motivación, perseverancia y esfuerzo por conseguir una gesta sin igual. Sintámonos orgullosos de nuestros héroes y heroínas, de nuestros hijos e hijas, de todos aquellos que dieron y siguen dando su vida por su patria. Hoy es un día para recordar, para rememorar y para estar orgullosos de lo conseguido.