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RAPIÑA Y EXPOLIO

Y llegaban de una revolución para revolucionar el mundo, supuestamente para poner boca abajo los patrones de la sociedad, de los derechos, de la ciencia, del arte y de la ciudadanía. Y llegaba el pequeño corso, fruto paradójico de una sublevación popular, para auto erigirse emperador y dispuesto a dominar toda Europa con puño de hierro. Y llegaba a España, taimado y astuto, después de haber esquilmado su flota en Trafalgar, después de aprovecharse del ejercito para sus fines conquistadores, después de engañar a todos con la pantomima de Portugal, después de agarrarse a la estupidez y felonía de Fernando VII y después de todos los pactos vergonzosos de Bayona. Llegaba con buenos propósitos pero con los deberes hechos y las instrucciones precisas: rapiñar y expoliar al máximo.

¿Por qué hay tantas obras de arte españolas repartidas por el mundo? ¿Por qué hay cuadros de Murillo en el Louvre u otras pinacotecas públicas o privadas de Rusia, Austria o EEUU? ¿Por qué existe una importante colección pictórica española en el Museo Wellington en el Reino Unido? ¿Alguien se lo ha preguntado alguna vez? Todo se debe a los actos del ejército napoleónico en las guerra de la Independencia española y sobre todo a los hurtos cometidos por los oficiales del mismo.

LA MAYOR DESTRUCCIÓN DEL PATRIMONIO ARTÍSTICO

Habrá personas que puedan opinar en contra pero está demostrado que la Guerra de la Independencia fue el periodo de la historia de España donde se produjo la mayor destrucción del patrimonio artístico, por encima de las guerras carlistas, por encima de la guerra civil del 36, por encima de los distintos enfrentamientos ocurridos en la península. Los gabachos llegaron para llevarse todo lo que podían llevarse.

Las tropas napoleónicas, quitando aquellos primeros momentos engañosos, campan a su antojo por todo el territorio español, estableciendo sus cuarteles, polvorines y caballerizas en toda clase de edificios, sin importarles que fuesen palacios, iglesias o conventos. Y lógicamente rapiñaban todo lo que podían y más. ¿Por qué ocurría esto? Napoleón no acostumbraba a pagar a sus soldados por lo que robaban durante sus conquistas: joyas, objetos litúrgicos, candelabros y demás objetos pequeños que “cogían” cuando tomaban los diferentes edificios. Los generales y mariscales apuntaban más alto y tenían por objetivo el magnifico catálogo pictórico y escultórico español. Ahí es nada.

En las crónicas se pueden estudiar cientos de ejemplo de rapiña y expolio, cada ciudad tendrá su historia pero podemos destacar los de Valdepeñas, Tudela o Córdoba. Este último encendió la llama de la venganza en el pueblo español que se estaba preparando para enfrentarse a las águilas francesas. Enfrentamiento que tuvo lugar en Bailén, donde el ejercito más poderoso del mundo sufrió su primera derrota.

LAS ÓRDENES DE LOS MANDOS FRANCESES

Al parecer todos los mandos franceses tenían órdenes de apoderase de las obras de arte que había en España, de autores reputados del siglo XVI, XVII y XVIII. Y llegaron sabiendo lo hacían, sabiendo a lo que venían pues llevaban un ejemplar del Diccionario histórico, publicado en 1800 y obra de Juan Agustín Ceán Bermúdez, uno de los más eruditos e ilustres profesores de bellas artes. De esta alevosa conducta se pueden contar innumerables ejemplo pero me quedo con lo que cuenta José María Ascencio, en 1886, en su libro sobre el pintor Pacheco el robo del cuadro “El Juicio Final” del convento de Santa Isabel de Sevilla:

El individuo encargado de recogerlo entró en la iglesia llevando en la mano un tomo del Diccionario Histórico del Ceán Bermúdez y, después de examinar el cuadro y leyendo a la vez la descripción, subió al altar y cortó el lienzo con una navajilla”.

Así, y dejándome multitud de detalles, se puede afirmar que las tropas francesas fueron las principales responsables del expolio cultural que sufrió España a lo largo de su historia. Sirva de ejemplo la actitud que tuvo José Bonaparte al llegar a Madrid pues empaquetó cientos de obras de arte, entre ellas las joyas de la Corona Española, y las mandó para Francia. (Este es el motivo por que la actual Casa de Real no tiene corona ni joyas oficiales). Y mientras esperaban el viaje, estas obras de arte se apilaban en malas condiciones en los conventos del Rosario y de San Francisco.

EL INFAME MARISCAL SOULT

Ciertamente todos los mandos del ejército napoleónico practicaron el robo y el expolio de obras de arte pero el que se llevó la palma fue el mariscal Nicolás Jean de Dieu Soult, general en jefe del ejército napoleónico en Andalucía. El mismo mariscal que, tras ordenar la retirada general de la región, dio orden de destruir las fortalezas, emplazadas en su mayoría en edificios emblemáticos.

Este militar insaciable era un enamorado de la pintura sevillana, y concretamente de la de Murillo, y consiguió reunir una de las mayores colecciones particulares de arte de la historia a costa de los andaluces. En total, se calcula que, solo de los conventos e iglesias de Sevilla, sus hombres y él se llevaron más de 180 cuadros de primeros maestros españoles entre los que estaban: 32 de Murillo, 28 de Zurbarán, 25 de Alonso Cano, 8 de Valdés Leal, 5 de Herrera “El Viejo”, 3 de Rubens y 2 de Roelas.

Soult el infame y malvado, el que no dudaba con amenazar de muerte a los dueños de las obras de arte para que se la entregara y el que consiguió almacenar en el Alcázar de Sevilla casi mil cuadros procedentes de toda Andalucía (afortunadamente solo salieron de España 300) y que cuando se retiraba a Francia en 1813 iba al frente de una enorme caravana de obras de arte con destino a su castillo de París. Estos cuadros robados jamás fueron devueltos a España pues el propio mariscal luchó para que no se produjese la devolución. Posteriormente sus herederos subastaron al mejor postor las obras y las difuminaron por toda Europa.

DEVOLUCIÓN PARCIAL

Según lo acordado en el Congreso de Viena, los cuadros y objetos robados fueron parcialmente devueltos a partir de 1816 pero muchos, sobre todos los robados por los oficiales y altos mandos, que se esfumaron en el viaje de vuelta. Otras obras de arte de España se perdieron por ser utilizadas como moneda de cambio para agradecer favores o por la mala gestión de Fernando VII.

Resulta que cuando José Bonaparte (Pepe Botella) huía hacia Francia con un equipaje de más de 100 obras de grandes maestros de la pintura española, entre otras cosas, (1500 carruajes repletos de oro, plata, monedas, joyas, orfebrería o otras magníficas obras de arte) fue capturado su convoy por el duque de Wellington. Éste escribió a Fernando VII pidiéndole instrucciones para trasladar tales obras a sus lugares de origen (la plata y la joyería fue robada por los soldados durante la noche). El monarca, demostrando poco interés o valoración por el arte, creyó oportuno, como agradecimiento por los servicios prestados, que se quedara con la colección pictórica, hecho que el inglés no rechazó y con el que quedó maravillado por el valor del botín, entre ellos “El aguador de Sevilla” de Velázquez.

EL CASO DE LA ALHAMBRA Y EL CABO DE INVÁLIDOS

Ese era el respeto que los franceses mostraban por el patrimonio español. Podemos destacar el caso contrario del comandante militar de Granada, Horace Sebastiani, ilustrado y que quedó impresionado por la riqueza de la herencia musulmana. Instaló su cuartel general en la Alhambra y aprovechó para hacer una profunda restauración (se encontraba abandonada), recuperando techos, jardines, estanques y estancias. Incluso se le dotó a la Alhambra de un presupuesto fijo para su conservación. Después, resulta sorprendente que en la huida desesperada del ejercito napoleónico, Soult ordenara destruir la fortaleza nazarí. Lo cierto y verdad es que una parte de la estructura que conforma el complejo de la Alhambra quedó destruida (diez torres de la zona alta, la Torre de los Siete Suelos, la Torre del Agua y la del Cabo de la Carrera) y, según la tradición oral, el cabo de inválidos José García, a costa de su propia integridad, obstaculizó con su propio cuerpo el reguero de pólvora y evitó mayor destrucción.

Y con la huida se intensificó ese afán destructivo. Innumerables palacios, iglesias, conventos, Castillos, (como la de los Condes de Benavente) Catedrales (como la de Burgos), panteones (como el de Monasterio de Poblet en Aragón), Tumbas (como la del Gran Capitán en la propia Granada, que fue saqueada, expoliada y profanada para escarnio de la memoria del gran militar) y cientos de edificaciones de alto valor patrimonial que fueron destruidas sin escrúpulos.

Como vemos, salvando este cuidado de la Alhambra, los franceses expoliaron y robaron innumerables obras de artes y dañaron el patrimonio español hasta la saciedad. Pero no quiero terminar este artículo sin dar un palo notable a los ingleses pues enemigos ancestrales de España, aprovecharon su paso para dañar y atacar las infraestructuras españolas para así beneficiar a Inglaterra. Sobre todo Wellington, en la Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro (conocida internacionalmente por su calidad). Convertida en cuarte general francés y tras la batalla del Retiro del 13 de agosto de 1812 fue mandada volar en mil pedazos por orden inglesa, cuando ya había sido desalojada. Algunos autores mantienen que fue un acto premeditado para destruir la competencia pero esto es más discutible ya que, por aquel entonces, no había gran producción ni industrialización en España.

En estos momentos me acuerdo de lo que siempre me dice mi suegro con respecto a todo el patrimonio que tiene actualmente España: «Tras las diferentes guerras, enfrentamientos y conflictos, tras el robo, la destrucción y los expolios, España sigue teniendo un inmenso patrimonio, ¡Qué no tendría de no haber pasado nada!»

Ilustra este artículo con una foto de “La cocina de la Ángeles”, famoso cuadro de Murillo que se exhibe en la actualidad en el Louvre de París y que fue sustraído por el mariscal Soult.