Seleccionar página

Buenas Personas

La vida está llena de momentos dulces e intensos que nos marcan un destino. Personas que conocemos y que nos trazan un camino que jamás borraremos de nuestra memoria. La vida está llena de buenas personas, aunque nos pinten lo contrario, aunque se hagan notar las que están llena de maldad. Figuras relevantes que enseñaron a generaciones enteras, héroes de leyenda o pioneros en la investigación. Y sí, hombres y mujeres que, a lo callado, siguen caminando, intentando construir un mundo mejor.

Y en este grupo de personas notables, hoy quiero destacar a la onubense Doña Josefa Navarro Zamora, o Doña Josefa como era conocida en las aldeas de Aracena (Huelva) Porque esto también es historia de España, esto forma parte de nuestra historia. Pero ¿Qué tiene de particular Doña Josefa? Pues su grandeza y a la vez su sencillez, su humanidad, su cariño, su entrega y su pasión por enseñar.

Doña Josefa nace en Jabugillo, una aldea perteneciente a Aracena, el 20 de julio de 1897. Y desde pequeña lo tenía muy claro. De vocación docente, terminó en 1920 sus estudios de magisterio y en 1921 aprobó las oposiciones. Tras un breve paso como maestra por Cartaya (Huelva) y Benamahoma – Ubrique (Cádiz), fue nombrada maestra titula de párvulo en el pueblo sevillano de Coria del Río, pueblo en el que se quedó hasta que se jubiló.

Maestra de Párvulos

Los que tuvieron la suerte de conocerla dicen que era una gran conversadora, siempre buscando la ocasión de enseñar, poniendo ejemplos prácticos. Con una excelente memoria y el don de la palabra, hablar con ella era un placer. Pero lo que más destacó de su dilatada vida fue su profesionalidad y su entrega hacia los demás.

Adelantada a su época, la maestra Doña Josefa siempre empleo los métodos didácticos más modernos, lo que la llevaba a obtener unos resultados pedagógicos asombrosos, que maravillaban a las autoridades. Fiel seguidora de la pedagoga italiana María Motessori, revolucionaria de la metodología, todo lo que hizo le valió para obtener múltiples reconocimientos y “votos de Gracia”, concedidos por la inspección educativa de aquella época.

Cuando abrió la escuela de párvulos en Coria del Rio no tenía nada, apenas un banco que no cabía en clase y unos aseos alejados del aula. Tengo que decir que en aquella época, la escuela de párvulos estaba mal vista y se le llamaba, vulgarmente, “la escuela de los cagones”, pues se le consideraba un sitio para gente pobre, un espacio asistencial o de caridad. Así, los hijos de las familias pudientes, no la pisaban

Nuevos métodos didácticos

Poco a poco, con trabajo, esfuerzo y entusiasmo, de 6 alumnos que empezó teniendo pasó a tener 120, que atendía ella en 3 aulas, con la ayuda de dos monitoras más, llamadas por aquel entonces “las chachas”. Y desde el primer momento, con las ideas claras, actuó para beneficio de aquellos críos. Entre otras cosas: Impuso medidas de higiene, desconocidas hasta entonces, como el baby blanco para todos; realizó muchas actividades al aire libre y enseñaba cantando y manipulando sensorialmente letras y números. En poco tiempo todo el mundo, incluidos los niños de los estamentos sociales más altos, quería matricularse en la escuela de Doña Josefa, toda una referencia en cuanto a educación se refería.

Y a través de juegos, canciones, dibujos de colores, láminas, alambres y muchos más recursos, los niños aprendían a leer muy pronto, para asombro de los inspectores que visitaban las escuela. Doña Josefa, había creado escuela y todo estaba siendo muy fructífero.

Excelente labor social

Pero no solo se le recuerda en Coria por sus métodos de enseñanza o por ser la maestra de muchas generaciones, sino por su labor social, por la entrega generosa y altruista que tuvo para con los desfavorecidos. Ayuda al necesitado, cariño y bondad, como cuando daba las camisas, casi nuevas, de su marido para que las madres como pocos recursos, confeccionaran babys para sus hijos. O cuando entregaba parte de su cena a las vecinas con niños pequeños, que no tenían para comer. O cuando, aquella vez que le tocó el gordo de la Lotería Nacional (18.000 ptas) e invitó a todos los niños de Coria a desayunar, chocolate con leche y pan frito para mojar.

Son pequeños ejemplos de altruismo, de su capacidad para compartir y dar al que más lo necesita. Ejemplos diarios, de un continuo que hicieron que el pueblo que la disfrutó se lo reconociera con una calle y bautizando con su nombre un colegio, además del nombramiento de Hija Adoptiva de Coria del Río.

Pero una vez que se jubiló, aquella labor social la siguió ejerciendo en su pueblo natal, Jabugillo, costeando material escolar a muchos niños y atendiendo enfermos. Era como una madre para la aldea. Así, la Delegación provincial de Educación y la Diputación Provincial de Huelva le rindieron un homenaje en 1998 y, posteriormente, el Ayuntamiento de Aracena le dedicó una calle en su pueblo: “Calle Doña Josefa Navarro”.

Experiencia vital

Con casi 104 años, Doña Josefa falleció el 8 de julio de 2002, dejando un bagaje inmenso, una baúl de recuerdos y miles de sonrisas repartidas por doquier. Detalles de una vida marcada por la enseñanza pionera y por la entrega a los demás. Detalles de una vida que marcó a cientos de niños de Coria del Rio. Protagonistas del camino que nos hacen disfrutar del paisaje y nos enseñan a ver todo el bosque, ante la penumbra de la tormenta. Así era Doña Josefa, una onubense vital, conocida en todo el mundo y que completó una vida repleta de experiencias intensas. De las personas que merecen ser conocidas y cuando se conoce en persona, te sientes afortunado.

Aquí os dejo un video, del reportaje que le dedicó Canal Sur en 2013: