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Expresiones y hechos históricos

No, no voy a escribir de un tema distinto pero ¿quién no ha eludido, alguna que otra vez, un tema espinoso en una conversación y se ha referido a otro tema diferente? ¿Quién no salido, alguna vez, por peteneras o se ha ido por los cerros de Úbeda? Expresóni esta última, como otras muchas, que enriquecen el español y que tienen un significado claro. Y la mayoría de estas frases de nuestro idioma, beben de hechos históricos, de detalles ocurridos en el pasado y que marcaron el instante.

Irse por los cerros de Úbeda es esquivar un tema, irse por las ramas tras un pregunta concreta o divagar en un tema de conversación por no interesar mucho. Pero, ¿de dónde proviene esta expresión?.

Según cuenta la leyenda, las tropas castellanas de Fernando III “El Santo” se hallaban rodeando la ciudad jienense de Úbeda. Un asedio largo que duraba ya casi 6 meses. El monarca, deseoso de hacerse con la plaza y consolidar su posición en la orilla septentrional del Guadalquivir, no veía el momento de ordenar el contundente ataque.

El enamorado Álvar Fáñez

Entre sus comandantes y capitanes había uno que se llamaba Álvar Fáñez que, al parecer, caminando por aquellos montes de Jaén, se encontró con una morisca de la que se enamoró perdidamente. Varios encuentros furtivos afianzaron la relación amorosa y el capitán fue quedando prendado de aquella joven muchacha.

Apasionado y hastiado de aquel largo asedio, se escapaba cada día para verla. Una tarde, cuando ya se había emplazado con su enamorada para el día siguiente, recibió la noticia de que al día siguiente, justo cuando tenía la cita, Fernando III tenía la intención de lanzar un ataque potente contra la ciudad, ya que había notado la debilidad de los defensores.

El rey castellano, convencido y avezado, ordenó el ataque y se hizo con Úbeda en 1233, no sin esfuerzo. Una vez finalizada la contienda, tras las capitulaciones, apareció el capitán Álvar Fáñez. Fernando III, cariacontecido y extrañado de la deserción de su hombre, le preguntó que dónde se había metido. A lo que el capitán, eludiendo el tema, le contestó, mientras señalaba hacia el horizonte:

Me perdí por aquellos cerros.

Desde entonces, desde aquella respuesta del capitán a Fernando III, la expresión “Irse por los Cerros de Úbeda” extendida por todo el mundo hispano, significó a los que eluden sus responsabilidad, a los que se evaden de la conversación principal, a los que cambian de tema sistemáticamente porque no les interesa o, incluso, a los enamorados que dejan la espada por un encuentro pasional en los cerros de Úbeda.

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