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Mercado de las Especias

Tiempos de aventura, de hacerse con el control del mercado, de descubrir otros mundos y, sobre todo, nuevas rutas hacia el oeste. Un tiempo que se convulsionó tras el gran descubrimiento de Colón y tuvo continuidad, además de relevancia, con aquella toma de posesión, en nombre del rey, del Mar del Sur por Vasco Núñez de Balboa. 

El emperador Carlos V estaba ansioso de que sus naves surcaran el Mar del Sur antes que los portugueses, para colonizar la Islas Molucas y hacerse con el preciado mercado de las especias. De ahí que concediera diversas licencias para organizar expediciones para tal fin.

Expediciones hacia el oeste

Una de aquellas armadas, que tenía por objetivos navegar por el Mar del Sur hasta el Maluco, además de descubrir un paso hacia la “Especiería”, fue la capitaneada por Gil González Dávila, llevando como piloto y asesor a Don Andrés Niño, experimentando marino.

Don Andrés, natural de Moguer (Huelva) era un excelente marino, que provenía de una familia marinera. Ya en 1514 fue nombrado Piloto Real de la Casa de la Contratación por lo que tenía mucho prestigio.  El 26 de noviembre de ese mismo año, partiría de Sevilla en la carabela Santa María de la Consolación para reforzar y avituallar la nueva colonia de Castilla del Oro, junto con Pedrarías Dávila. Este viaje le dio vastos conocimientos y nuevas posibilidades de navegación. 

La nueva armada partió de Sanlúcar de Barrameda el 9 de septiembre de 1519, justo once días antes de que Magallanes partiera del mismo puerto para empezar la mayor aventura y hazaña de la historia. Aquella expedición, germen de la que se llevaría a cabo desde Panamá, estaba conformada por tres naves, de 150 toneles cada una, más un bergantín. 

Pues bien, con el rumbo fijado en aquella nueva expedición, de la que obtuvo licencia en la capitulación firmada en Zaragoza a principios de 1519, después de arribar a la isla de la Española y hacer un pequeño descanso, prosiguieron hasta el istmo de Panamá. Donde lo prepararon todo conseguir los propuesto.

¿Océano innavegable?

Y con un esfuerzo enorme, emulando a Hernán Cortés cuando llevó sus naves para tomar Tenochtitlán, los barcos fueron transportadas por tierra y por ríos hasta ser depositadas en la costa, recién descubierta, del Océano Pacífico. ¿Alguien se imagina tamaña empresa? ¿Alguien se imagina el escenario?

La armada se completó con cuatro naves más, construidas en Panamá y allí se produjo la separación para intentar llevar a buen puerto la expedición, sin contar con los elementos. Don Andrés Niño se separó de Gil González Dávila para seguir navegando, buscando un posible paso hacia la Especiería. Gil González siguió por tierra.

Después de muchas leguas de navegación por la costa de Nicaragua, descubrimiento de golfos y cabos, tanteando las aguas del Mar del Sur y explorando zonas desconocidas, acordaron encontrarse. Llegaron cargados de oro, perlas y otras riquezas. Dieron pie a seguir descubriendo y ampliando el imperio.

Pero aquel Océano nuevo era innavegable, inabarcable. Cientos de hombres se perdieron en el inmenso océano, de corrientes desconocidas y vientos contrarios, como tantas otras posteriores, como tantos hombres y mujeres que quedaron sepultados en el mar, sin una lápida donde llorarlos o recordarlos.

Aquel temor, aquella pérdida de expediciones dio pie a la creencia de que aquel Mar del Sur, recientemente descubierto por Vasco Núñez de Balboa, era innavegable. Hasta que el 8 de septiembre de 1522 llegaba Elcano a Sevilla, con la nao Victoria cargada de clavo, después de haber dado la vuelta al mundo y haber surcado el temido Océano Pacifico.