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A mi madre….

Y la esperanza resurge de la tierra  

en el vientre eterno de las caricias,

para acunar entera a la vida

con miradas de filigrana

y reflejos de estrella dormida.

Recuerdos de una calle errante,

de mil juegos y alguna que otra herida,

del consuelo que te da una madre,

con los arrullos en la amanecida

y la emoción a pie juntillas.

Y el tiempo no pasa en balde,

pintando arrugas en el rostro,

blanqueando las sienes impolutas

y curtiendo el tesoro más hermoso

que jamás alguien pueda tener.

Sí, mi madre, musa y poema,

pilar, cimiento y semilla,

pañuelo que enjuga las lágrimas

y brisa de sal marina

que siempre te lleva en volandas,

hacia el puerto de su sonrisa.

Pues mi madre es el todo perfecto,

Diosa y mujer, protectora y paciente,

sanadora de los males,

la que remienda los retales,

la que te abraza en la noche oscura,

la que te besa en la frente,

la que espanta todos los miedos

la que el amor es su principio

y la que se entrega sin medida

siendo valiente en el sacrificio.

Mi madre, la que me dio el ser,

la cuidadora por excelencia,

la impecable razón de mi existir,

la señal humana del mundo

y el camino que debo seguir,

Y aunque el reloj siga avanzando,

aunque la arena siga cayendo,

siempre la veré hermosa, reluciente,

como el sol de la mañana,

como el sutil lucero del alba,

porque ella es mi madre, 

y la querré con toda mi alma.