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Sin derrota, vacío de todo,

voy dando tumbos hacia el abismo,

asomado a la sutil locura

de un camino sin destino,

una senda sin mis huellas,

un futuro que atormenta

y un presente gris y abstraído.

Yermo de llanto y alma,

con la esquiva y marchita suerte,

que va sembrando lamentos,

inoportunos suspiros de muerte,

en la impotencia absoluta,

de caminar sin descanso,

repleto de llagas y cicatrices,

hacia un amanecer incierto,

y un mañana repleto de dudas.

Sin rumbo, vacío de todo,

navego por el mar de la locura,

abandonado el timón de mis pesares,

a la deriva de los tiempos,

con un cielo de incertidumbre

y un sol moteado de miedo.

Y en el derrotero angosto de la vida,

con los remos partidos y las velas resgadas,

con el rostro curtido

y en la sangre latiendo en la sienes,

me dejo llevar por la corriente,

surcando mares de traición y olvido,

repleto de esquirlas y cicatrices

guiado por manos invisibles,

hacia los confines de lo desconocido.