Seleccionar página

Hoy cuesta dibujar la sonrisa en el rostro, hoy nos pesa el alma y el camino es interminable. Hoy, nublada la razón y el ánimo, notamos que no somos de piedra, que deseamos permanecer en el suelo tras la nueva caída. Lloramos la pérdida, nos lamentamos y nos abrazamos a nuestras piernas encogidas. No tenemos intención alguna de seguir y, sobre todo, el cansancio hoy nos ha vencido. ¡Maldito lunes indolente que llamas a las puertas de la realidad para despertarme de forma airada!. Hoy no tengo ganas de mirarme al espejo, nada me aparta de mi miedo y las lágrimas son mis compañeras de viaje. No puedo más y me rindo ante el paisaje que me rodea.

Apenas hay rayos de esperanza, el sendero es pedregoso y no deseo dar un paso más. Quiero quedarme quieto, me abandono en el ostracismo miserable de esta inmunda existencia. Hoy no hay avances, ni entusiasmo…. sólo vacío y nada a mi alrededor. Desfallecimiento y fracaso, desesperación y angustia por lo que queda por vivir. La vida pasa y aún estoy en pijama, intentando mirar por la ventana. Mi cara es un poema triste de soledad errante y hoy nada puede cambiarlo, pues mi corazón apenas tiene latido de ilusión.

He caído de nuevo y el llanto me conmueve por dentro, me corroe las entrañas. Luto en mi entorno, que tengo que pasar,  y me resguardo lentamente, cobijado en mis letras y en mi pena. Hoy nada me anima, me afecta todo y el entusiasmo está dormido. Mañana será otro día y seguro que vuelve a brillar el sol. La sonrisa, poco a poco, volverá a brotar ¡seguro! Y el camino habrá que andarlo, no queda más remedio. Mañana ya saldrá la sonrisa, pero hoy no.