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Cada peregrino carga con su propia cruz

En este tiempo de cuaresma, de vigilia, recuerdo y pasión, es momento de reflexiones y actitudes valientes, para poder soportar la carga sobre nuestros hombros, el peso de la responsabilidad o el temporal que nos oprime la razón. Porque cada uno de nosotros, sin lugar a dudas, lleva su propia cruz a cuesta, una cruz pesada e hiriente. Ya lo dijo Jesús de Nazaret: «Coge tu cruz y sígueme». La vida es un viacrucis contínuo, repleto de zarzas, caídas y barro.

 

Desasosiego, zozobra y dolor en el pecho que nos impiden respirar con normalidad, ante los avatares de ese Gólgota que tenemos que subir. Laceraciones en el alma y un paisaje nada alentador que nos invita al abandono total. No podemos más y queremos dejarnos caer, sumidos por el peso de la cruz que llevamos.

 

Pero siempre hay lugar para la Esperanza, para esa Luz que permanece encendida cuando todo lo demás está a oscuras. Rendirse no es una opción y aunque el dolor exista siempre puedes elegir el modo con el que afrontas el sufrimiento. Es tú camino el que transitas, con tu pena y tu calvario, con tus lágrimas y pérdidas, más la tormenta, si sigues adelante y luchas con toda tu voluntad, esfuerzo y perseverancia, desaparecerá del horizonte y te dejará ver un nuevo sol.

Ten esperanza

No eres el único sufridor del mundo, no soportas todos los pecados de la humanidad. Eres peregrino que llevas la cruz cotidiana de tu existir, con la mirada limpia y el corazón contrito. Tienes esperanza y eso es suficiente para avanzar. Recuerda: El momento más oscuro de la noche es justo antes del amanecer.

 

Y cuando parezca que no ha salida, cuando parezca todo perdido y estés a punto de hundirte, surgirás con más fuerza si cabe para avanzar en medio del huracán y conseguir llegar a tu objetivo. Aunque la penitencia se sufra el camino y arrastres pesadamente la cruz de tu pérdida, no te olvides de disfrutar del paisaje, pues ese momento jamás vuelve.

 

Feliz Semana Santa amigos.