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Érase una vez…. 

No, este artículo no tratará de la famosa canción de Celtas Cortos ni de milongas por describir para incautos, ni mucho menos. Tampoco voy a relatar el cuento de los 7 enanitos ni del flautista de Hamelín, más propio de blogs de literatura infantil. Este post trata de la infancia, del asombro en las miradas, de la voz queda y paisajes de ensueño, de personajes imaginarios y mundos por construir; un elogio a esas mentes abiertas, de rebosante creatividad e ilusión. Este artículo es un homenaje a los niños y sus mundos, a la inocencia grandiosa, a la sonrisa indeleble, al encuentro mágico con los padres y a esas historias por contar, con la complicidad de la noche, al cobijo de unas sábanas confortables y un osito de peluche. Por eso, como dice mi hijo cada noche: ¡Papa, Cuentame un cuento!
 
Y éste es el que toca hoy. El otro día mi hijo era el protagonista de su clase y tenía que llevar a su papá o su mamá para que contara un cuento. Aprovechando mi desempleo activo, me aventuré y preparamos el cuento de los 10 patitos de goma. Fieltro, velcro y patitos de gomas conformaron un escenario ideal para hacer realidad aquella ilusiones pueriles de la mañana, con ojos encendidos y bocas entreabiertas. Todo un handicap por superar y una magica experiencia, con un testigo de excepción. 


Como si fuese la primera vez que descubres algo


Llegó el momento de la verdad y, rodeado por 25 alumnos de 4 años y mi hijo como escolta, empezé a contar la historia de esos 10 patitos de goma extraviados por el océano.  Rostros embobados, como si fuesen la primera vez que descubren algo nuevo;  cambios de voz, sorpresas en sus manos y respuestas triunfantes.  Escenarios novedosos, detalles y apariciones, animales por doquier y un patito extraviado, solitario y triste.  Media hora de hermosa pasión, de relato infantil y ojos encandilados que se me quedará grabada en la memoria para siempre. Y como sempiterno acompañante, a mi lado, con un orgullo que irradiaba por doquier, se encontraba mi hijo, disfrutando de su cuento favorito y haciendo ver que su padre lo contaba muy bien, o eso parecía o eso esperé. 
 
Y este es mi pequeño artículo de hoy. De las sorpresas que te depara el camino, de los placeres del mundo, de lo dichoso que me sentí por ser partícipe de aquella función tan crucial para mi hijo. Protagonista y partícipe en hacer sonreír a los más pequeños y poner ese punto de ilusión que nos empeñamos en borrar de sus caras. 


Disfrutemos de nuestros hijos 


¡Disfrutemos de nuestros hijos!, de sus momentos, de sus maneras y manías. De sus juegos y cuentos, de esos pequeños detalles que nos regalan y que borramos en un suspiro. Aquel día que ejercí de cuentacuentos supuso para mi un enorme privilegio, un honor contar el cuento favorito de mi hijo a 26 niños pequeños, que disfrutaron como enanos, mientras 10 patitos de gomas se perdian por los confines de la mar infinito.

«La Mejor manera de multiplicar la felicidad es compatirla» así que ¿A qué esperamos?

 

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.